La escritura y la oralidad, la
palabra y la expresión, en nuestra escuela.
La escuela que queremos no es ese lugar donde todos los días se
repite lo mismo y donde casi nunca pasa nada…, sino un lugar que nos enseñe a
mirar con atención. La escuela que queremos es aquella en la que tiene lugar la vida, y donde de una manera u
otra, sus distintas manifestaciones aparecen con más o menos brillantez según
seamos capaces de conectar directamente con ella, sin atajos extraños, sin
vueltas innecesarias. Por eso en la escuela que buscamos tiene cabida el
aprendizaje de todo lo que la vida nos exige y nos ofrece, con un poco de
dedicación y un mucho de descubrimiento y enriquecimiento.
Los métodos
naturales que la metodología Freinet plantea se basan en esta sencilla
intuición: en la escuela debe estar todo aquello que de manera natural nos hace
mejores y nos hace crecer para movernos con soltura y dignidad por la vida.
Para ello aprendemos a reconocer nuestros recursos, a calcular, a sentir, a
compartir, a trabajar juntos para construir juntos. En la escuela deben estar
las
técnicas de vida de una manera
normalizada
[i],
esas que permiten que la vida aparezca en la escuela sin los moldes de rigidez
de los programas. En esta manera de entender la escuela se dan cita a la vez el
trabajo, la cooperación, la comunicación, el método natural de aprendizaje.
Y en la escuela no falta por ello
otro de los elementos clave en la definición de lo humano: la expresión, el ansia por decir, por leer, por hablar, por contar,
por expresar a través de la palabra. Dando por sentado el consenso general
que hay sobre esto, la pregunta es acerca de cuál es la mejor fórmula para
introducir estos temas, estas capacidades, estas actitudes, en la práctica
diaria de nuestras clases. Es el célebre debate entre ofrecer textos cerrados,
historias ya acabadas, relatos canónicos, y, por otro lado, ofrecer la
posibilidad de que se hable, se escriba, se redacte, se cuente a través de la
propia experiencia, de las propias vivencias, de las propias relaciones y
acontecimientos que aparecen entre las personas que están en el aula.
Un texto libre, un
relato libre, no es el que se impone, sino el que surge de manera espontánea
porque se tiene la necesidad de contar algo; de lo contrario estaríamos de
nuevo ante la obligación por hacer la tarea y no por la necesidad de expresar
un sentimiento, una idea o un proyecto. Del mismo modo pasa con la práctica de
la lectura: si se lee por obligación, será difícil que se convierta en algo
constituyente de uno mismo, algo que sobre todo tendrá que venir a partir de la
búsqueda personal, la motivación discreta y el disfrute selectivo.
Es preciso que el texto, que la
historia, tenga una finalidad, que la lectura se inserte en un contexto, que lo
que se quiera contar surja de dentro de quien lo quiere contar, sin cortapisas
puramente institucionales o académicas. Según Freinet, “el niño experimenta de modo natural la
necesidad de escribir, de expresarse, al igual como experimentó, siendo muy
niño, la necesidad de hablar”. Pero para ello, deberemos crear en el ambiente
escolar de manera cuidadosa la situación que permita el surgimiento de la
necesidad de expresarse, siempre dentro de un contexto, de un proyecto, de una
tarea que merezca la atención de las personas que la tienen que realizar.
Siempre hemos oído que la clave en la escuela
está en el aprendizaje de la lectura y la escritura. De alguna manera, las
técnicas Freinet así lo entienden cuando reconocen que el texto libre está en
el centro del trabajo escolar (“debe ser el centro del trabajo escolar”, dice
literalmente C. Freinet).
Esto que nosotros llamamos “texto libre”, se usa
continuamente en las escuelas e institutos cuando pedimos que quien lo escribe
opine, se sitúe, aclare. Lo que no tenemos tan claro es que esa demanda de
expresión personal se haga desde la libertad y la necesidad natural de expresar
algo, si sobre todo estamos preocupados por un temario ajeno, distante y poco
significativo, que se convierte “en frío, impersonal y falsamente científico”.
Por eso preferimos un texto libre sin sanciones, es decir, donde los errores
son corregidos y no penalizados, y donde entre el grupo se va dando forma a la
idea que alguien lanzó originariamente. En la misma línea está nuestra
oposición a los manuales escolares, a los libros de texto, que serían la
antítesis a lo que aquí se propone.
Si esta fórmula se aplica desde pequeños será más
fácil introducir sus bondades y sus logros; con alumnos más mayores es más difícil,
pues ya surge con más dificultad la espontaneidad y la frescura de lo que uno
mismo quiere y necesita contar, más pendiente de lo que el sistema suele
premiar o permitir.
En qué punto la escuela deja de ser un lugar que
provoca la expresión (“la necesidad espontánea de gritar algo que se lleva en
el corazón”) para ser un lugar que impide o canaliza para empobrecer la
expresión, es un buen punto de partida para reflexionar sobre todo estos
asuntos.
¿Qué es más importante, escribir sobre temas
ajenos o escribir sobre lo que me pasa, lo que hago en mi vida diaria, la
historia de mi familia? El objetivo no es hacer escritores que ganen premios de
literatura, sino personas que comuniquen sus vivencias, sentimientos e ideas
con naturalidad y haciéndolas llegar al mayor número de personas.
Hablamos de texto, pero también hablamos de
habla, de oralidad[ii],
de expresión por uno mismo de lo que uno mismo quiere decir, asunto importante
para que no sean siempre los mismos los que hablan, para que no hablen otros por
ti, para que todas las voces puedan ser escuchadas. Y también nos interesa la
expresión de las emociones a través del arte, de la música, de los cuerpos,
como fórmula ideal de hacer que la expresividad y la comunicación impregnen
todos los rincones de nuestra escuela, es decir, de nuestra vida.
Todas las
citas entrecomillas están sacadas de El texto libre, de C. Freinet. Ed. Laia.
Las dos
referencias que hay en las notas al final son interesantes para profundizar
sobre estos temas.
[i] Sentido
y significado actual del texto libre: bases para un debate. Anuario de
pedagogía 9, 2007. 379-418.
[ii]https://
mail.google.com/mail/u/0/#search/oralidad/158ceb6891daab08?projector=1
ORALIDAD:
- Es la destreza más abandonada de nuestra enseñanza.
- Tiene un alto grado motivador en parte por esa escasez y
también por el protagonismo que exige por parte del alumnado.
- Permite unir la escucha, con lo cual, podemos comenzar a
trabajar gradualmente las destrezas fundamentales comprensión y expresión oral
Leer más: http://proyectolinguistico.webnode.es/oralidad/
Ambiente en clase que facilite la comunicación oral
Dos modelos de profesor:
-
Presentar, transmitir, enjuiciar y evaluar
(reacción externa del alumno)
-
Compartir, empatizar, interactuar, replicar
(reacción interna del alumno)
¿Preparar soportes escritos? NO à Ejercitar la memoria
Cómo desarrollar la capacidad de hablar y conversar en el aula (Fco.
Javier Vázquez CEP de Huelva-Isla Cristina)....